La Violencia No-violenta del Bhagavad Gita

Opinión

Por: Chaitanya Charan Das thespiritualscientist.com Nov. 26, 2013

 

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Armless Abhimanyu surrounded by the fierce Kauravas

La escena del campo de batalla del Gita generalmente motiva a las personas a preguntar, ¿cómo puede instruir Dios a una persona que busca la paz, que pelee en una guerra mortal que causó tanto sufrimiento?

El Gita (5,29) inequívocamente declara que Krishna es el mayor bienqueriente de todos los seres vivientes. Nunca quiere causarle a nadie ni el menor sufrimiento; de hecho, Él quiere terminar con los padecimientos de todos. Y Sus instrucciones son para propiciar ese benévolo propósito.

Tratemos de entender esto revisando la paradójica instrucción de Krishna. En el Gita (11,55) le pide a Arjuna que trabaje para Él (mat-karma krn) y que nunca sienta maldad hacia nadie (nirvairah sarva-bhuteshu). Para Arjuna, llevar a cabo la obra de Krishna significaba pelear en contra de los Kauravas encabezados por Duryodhana. ¿Cómo podría pelear sin malicia? En otras palabras, ¿cómo podría ser un violento no-violento?

La cuestión es que ni Krishna ni Arjuna deseaban lastimar a Duryodhana, la guerra fue su último recurso para proteger a Duryodhana de su egoísta naturaleza inferior que le estaba haciendo daño a él mismo y a todos los demás, incluyendo a los Pandavas.

La sabiduría del Gita explica que todos tenemos una naturaleza superior abnegada, nuestro costado espiritual, y una naturaleza egoísta inferior, nuestro lado material. Krishna quiere que triunfemos sobre nuestra naturaleza inferior, como nos instruye el Gita (3,43) y a partir de allí hacer el bien a nosotros mismos y a todos los demás. Para ayudarnos a ganar nuestra batalla interior, difunde el conocimiento espiritual (Gita 4,1). Y además desciende personalmente (4,9) para proteger el dharma, que es escencialmente el medio para aplicar ese conocimiento espiritual y de ese modo ganar la batalla interior. Una parte integral del dharma es actuar como bienqueriente de todos los seres vivientes, como el Gita (12,13) nos exhorta, y ayudarles a ganar sus guerras internas individuales. Así pues, desde la iluminadora perspectiva espiritual, todos estamos en el mismo bando, todos son como nosotros, almas puras luchando contra nuestra naturaleza inferior.

Desafortunadamente en esta lucha, la naturaleza inferior seduce a algunas personas para que luchen a favor de ella, en vez de hacerlo en contra. Esas personas equivocadas rechazan cualquier consejo dirigido a ayudarlos a ver cómo se están arruinando por ese defecto. Duryodhana fue un trágico ejemplo de alguien cuya codicia lo dominó y lo pervirtió, a tal punto que sin ninguna vergüenza perpetró gravísimas injusticias en contra de los Pandavas. No solo eso si no que de forma altanera rechazó el consejo afectuoso de personas mayores como Vidura y Bhishma, de sabios venerables como Vyasa y Maitreya, e incluso del Señor Supremo, Krishna, quien aceptó el humilde rol servicial de un mensajero pacifista en un último y desesperado esfuerzo para evitar el derramamiento de sangre.

De hecho, el  Mahabharata describe en una sección completa, el  Udyoga Parva (el Libro del Esfuerzo) los vigorosos esfuerzos de los Pandavas para evitar la guerra. Y luego de la guerra, la sección más extensa del  Mahabharata titulada Shanti Parva, describe elaborados consejos al rey para que gobierne con justicia y haga todo lo posible para mantener la paz.

Pero a pesar de los mejores esfuerzos, algunas personas como Duryodhana, están tan inclinadas a gratificar su naturaleza inferior que solamente un tratamiento quirúrgico de castigo capital puede redimir sus almas perdidas. Para tales situaciones extremas, el Gita no cae en la timidez de recomendar el bienestar físico, si no que incluso al mismo tiempo que incita una pelea tan inevitable, nos instruye enfáticamente a no permitir que la animosidad ciegue nuestra realidad espiritual. Así queda demostrado en el llamado en el Gita (11,55) a Arjuna a cumplir con su deber prescrito de pelear y aun así no incurrir en la animosidad. Los Pandavas honraron la prédica del Gita en favor de la violencia no-violenta, como se hizo evidente en los arreglos que dispusieron después de la guerra para que los Kauravas tuvieran un funeral respetable para su beneficio espiritual.

Para la moyoría de nosotros, esta violencia no-violenta no tendrá que expresarse nunca como violencia física. Nuestros conflictos en los relacionamientos difícilmente requerirán alguna vez de actos drásticos como la violencia. Para resolver tales conflictos, la sabiduría del Gita nos insta a recordar que no estamos peleando contra las personas si no contra su naturaleza inferior. Este entendimiento puede salvarnos de respuestas malvadas que nos harán sucumbir ante nuestra propia naturaleza inferior haciendo que una mala situación se vuelva aun peor. Recordando que los otros son como nosotros en cuanto a que también están batallando contra su naturaleza inferior, podemos dirigir nuestra violencia no-violenta contra nuestra naturaleza inferior. Podemos elegir respuestas maduras que expresen nuestra naturaleza superior haciendo lo mejor para mejorar la situación. Y podemos incluso sorprendernos al ver con cuanta frecuencia el elegir honrar nuestra naturaleza superior puede inspirar a otros a actuar similarmente de acuerdo a su naturaleza superior, mejorando definitivamente las posibilidades de una resolución en la que los dos ganen.

Así pues, la perspectiva del Gita de que todos estamos del mismo lado en la lucha interna y el llamado del Gita a la violencia no-violenta en esta guerra es el fundamento más fuerte para una paz sustentable.