Ciudad del Vaticano, 20 octubre 2014 (VIS).- ”Cristianos e hindúes: juntos para promover la cultura de la inclusión” es el tema del Mensaje dirigido a los seguidores del hinduismo por el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, con motivo de Deepavali, la fiesta de la luz, que este año se celebra el 23 de octubre. El documento lleva también la firma del padre Miguel Angel Ayuso Guixot, M.C.C.J, secretario de ese dicasterio.
”Es cierto que la globalización -dice el texto- ha abierto muchas fronteras innovadoras y ofrecido nuevas oportunidades para el desarrollo, entre las cuales, mejores servicios educativos y sanitarios, y favoreciendo la toma de conciencia sobre la necesidad de democracia y justicia social en el mundo, hasta el punto de que nuestro planeta se ha convertido verdaderamente en “una aldea global”, gracias también a los modernos medios de comunicación y transporte. Pero también hay que decir que la globalización no ha logrado su objetivo principal, que era integrar a las poblaciones locales en la comunidad global. Más bien, la globalización ha repercutido considerablemente en muchos pueblos haciéndoles perder su propia identidad socio-cultural, económica y política”.
”Los efectos nocivos de la globalización se han notado en todo el mundo, incluso en las comunidades religiosas que están estrechamente unidas a las culturas circundantes. De hecho, la globalización ha contribuido a la fragmentación de la sociedad y al crecimiento, en ámbito religioso del relativismo y del sincretismo, así como de la privatización de la religión. El fundamentalismo religioso, la violencia étnica, tribal y sectaria en varias partes del mundo son amplias manifestaciones de descontento, la incertidumbre y la inseguridad, muy extendidas entre la gente, especialmente entre los pobres y los marginados excluidos de los beneficios de la globalización”.
”Las consecuencias negativas de la globalización, ”como la propagación del materialismo y el consumismo, han hecho que las personas se vuelvan más egocéntricas, más hambrientas de poder e indiferentes a los derechos, las necesidades y los sufrimientos de los demás. Esto, como dice el Papa Francisco, ha desembocado en la globalización de la indiferencia que nos lleva lentamente a acostumbrarnos al sufrimiento del otro, encerrándonos e nosotros mismos. Esta indiferencia genera la cultura de la exclusión que niega los derechos de los pobres, de los marginados y los indefensos, así como las oportunidades y los recursos que están a disposición de otros miembros de la sociedad. Se les trata como algo insignificante o irrelevante y se les considera una carga, innecesaria, se pueden usar y luego tirar como objetos. En muchos sentidos, la explotación de niños y mujeres, el abandono de los ancianos, los enfermos, los discapacitados, los migrantes y los refugiados, la persecución de las minorías son indicadores evidentes de esta cultura de la exclusión”.
”Construir una cultura de inclusión se convierte así en una llamada común y una responsabilidad compartida, que debemos asumir con urgencia. Es un proyecto que involucra a todos los que se preocupan por la salud y la supervivencia de la familia humana aquí en la tierra y que hay que llevar a cabo en medio de las fuerzas que perpetúan la cultura de la exclusión y, a pesar de ellas.
”Como personas arraigadas en nuestras respectivas tradiciones religiosas y con convicciones comunes, nosotros hindúes y cristianos, podemos unirnos a los seguidores de otras religiones y personas de buena voluntad para promover la cultura de la inclusión en vista de una sociedad justa y pacífica”.
De la página oficial del Vaticano en español
http://www.news.va/es/news/cristianos-e-hindues-juntos-para-promover-la-cultu